Alea iacta est

Un día como hoy hace 2068 años, un hombre cruzaba un río y, de esta forma, comenzaba una cadena de sucesos que acabarían desembocando, eventualmente, en el nacimiento del Imperio Romano.

Caesar (Adolphe Yvon, 1875)

Según varios autores, fue en el décimo día del mes de Jano (Ianuarius) del 49 a.C., cuando César cruzó el río Rubicón a la cabeza de la XIII legión mientras pronunciaba las palabras “Iacta alea est”, desafiando al senado de Roma y dando comienzo a una guerra civil. Hasta nuestros días han llegado frases típicas como “cruzar el Rubicón” o “lanzar el dado”, para expresar que cruzamos el punto de no retorno y tomamos una decisión que acarreará consecuencias importantes.

¿Por qué fue de tal importancia que César cruzase este riachuelo hace más de dos milenios?
Para empezar, debemos entender el contexto histórico. A mediados del siglo I a.C. Roma era una república y el estado más poderoso de Europa, cuyas provincias se expandían desde la actual Portugal (Lusitania) al oeste, Bélgica (Gallia Belgica) en el norte, Siria (Siria) en el este y hasta Túnez (Africa Proconsularis) en el sur. El gobierno de Roma estaba en manos del Senado, formado por unos cientos de personas influyentes y privilegiadas que creaban las leyes y designaban a los gobernadores (praetor) de las distintas provincias, y a la cabeza del Senado se encontraban dos cónsules. Sin embargo, tras años de conquistas algunos militares habían amasado gran poder y la corrupción era rampante, llegándose a formar un triunvirato, una alianza entre tres hombres para repartirse el poder.

Este triunvirato se componía por Marco Licinio Craso, Cneo Pompeyo Magno y Cayo Julio César. Los dos primeros tenían gran influencia, prestigio y riquezas y César era en parte desconocido. Eventualmente Craso marchó a Asia en busca de gloria mientras que Pompeyo se quedó en Roma, rodeado del senado. A César, el más débil, se le encomendó la conquista de las Galias, territorios bárbaros que llevaban siglos dando problemas a Roma. Los años pasaron y Craso murió en combate, restando sólo Pompeyo y César en la alianza, que cada vez se debilitaba más debido a que Pompeyo veía con recelo las grandes victorias de César en la Galia.

Cesar llegó a conquistar las Galias en apenas unos cinco años, organizándolas y obteniendo gran prestigio y respeto por parte de las legiones. El ascenso de César preocupó a Pompeyo y al senado romano. Temían que César acabase acumulando demasiado poder y destruyendo la república para convertirse en el único gobernante de Roma. Ante esto, Pompeyo y el senado ordenaron a César que volviese a Roma para rendir cuentas ante el senado. Una de las leyes romanas era que las legiones podían marchar por las provincias y territorios sin conquistar, pero nunca sobre Italia, que servía como el corazón de la república. César, temiendo que esta llamada fuese una treta para ser traicionado, depuesto de su poder o incluso asesinado; decidió marchar sobre Roma con sus ejércitos.

Es por ello que, en el momento en el cual César cruza el paso del Rubicón, que servía de frontera entre el territorio senatorial de Italia y las provincias romanas gálicas del norte, a la cabeza de sus legiones, declara formalmente la guerra al senado romano y rompe la alianza con su antiguo amigo Pompeyo.

Los años siguientes se caracterizarían por una brutal guerra civil que supondría una seria crisis para la república romana. César marcharía sobre Roma obligando a Pompeyo y sus aliados a huir, y todos los senadores que se quedaron debieron jurar lealtad a César. César perseguiría a Pompeyo a través de Italia, Grecia y finalmente Egipto, donde este sería asesinado. Tras esto César se alió con Cleopatra y siguió persiguiendo a los pompeyanos por Asia menos, África e Hispania.

Para el 45 a.C. César era el único gran hombre de Roma, siendo nombrado dictator e incluso se le fue ofrecida la diadema de los antiguos reyes de Roma, rechazándola. César se presentó como un gobernador popular, promulgando políticas sociales que le dieron el apoyo del pueblo, pero se ganó la enemistad de las élites romanas, que veían en su figura el fin de la república. César acabaría siendo asesinado en los idus del mes de Marte (Martius) del 44 a.C. Con su muerte nacería un nuevo triunvirato que acabaría llevando a la gloria a su hijo adoptivo: Octavio, quien gobernaría el Imperio Romano con el nombre de Imperator Caesar Augustus.


Fuentes:

 PLUTARCO. Vidas paralelas.
SUETONIO. Vidas de los doce Césares.


Bibliografía:

AMELA VALVERDE, Luis. (2013). La campaña de Italia.
BEARD, Mary. (2016). SPQR: Una historia de la antigua Roma.
CONNOLLY, Peter. (2016). La guerra en Grecia y Roma.
GOLDSWORTHY, Adrian. (2007). César: La biografía definitiva.
GRACIA ALONSO, Francisco. (2013). César contra Pompeyo. 




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